30 julio, 2019

"Simón el bobito" - Rafael Pombo (Español tercero)


 Simón el Bobito llamó al pastelero:
“¡A ver los pasteles! ¡Los quiero probar!”
Sí, repuso el otro, pero antes yo quiero
ver ese cuartillo con que has de pagar.


Buscó en los bolsillos, el buen Simoncito
y dijo: ¡De veras! No tengo ni unito.


A Simón Bobito le gusta el pescado
y quiere volverse también pescador,
y pasa las horas sentado, sentado,
pescando en el balde de mamá Leonor.


Hizo Simoncito un pastel de nieve
y a asar en las brasas hambriento lo echó,
pero el pastelito se deshizo en breve,
y apagó las brasas y nada comió.


Simón vio unos cardos cargando ciruelas
y dijo: ¡Qué bueno! las voy a coger.
Pero peor que agujas y puntas de espuelas
le hicieron brincar y silbar y morder.


Se lavó con negro de embolar zapatos
porque su mamita no le dio jabón,
y cuando cazaban ratones los gatos
espantaba al gato gritando: ¡ratón!


Ordeñando un día la vaca pintada
le apretó la cola en vez del pezón;
y ¡aquí la vaca! le dio tal patada
que comió un trompito bailó con Simón.


Y cayó montado sobre la ternera
y doña ternera se enojó también,
y ahí va otro brinco y otra pateadera
u dos revolcadas en un santiamén.


Se montó en un burro que halló en el mercado
y a cazar venados alegre partió,
voló por las calles sin ver un venado,
rodó por las piedras y el asno se huyó.


A comprar un lomo lo envió taita Lucio,
y él lo trajo a casa con gran precaución
colgado del rabo de un caballo rucio
para que llegase limpio y sabrosón.


Empezando a apenas a cuajarse el hielo
Simón el Bobito se fue a patinar,
cuando de repente se le rompe el suelo
y grita :¡Me ahogo! ¡Vénganme a sacar!


Trepándose a un árbol a robarse un nido,
la pobre casita de un mirlo cantor…
desgájase el árbol, Simón da un chillido,
y cayó en un pozo de pésimo olor.


Ve un pato, le apunta, descarga el trabuco;
y volviéndose a casa le dijo al papá:
Taita, yo no puedo matar pajaruco
porque cuando tiro se espanta y se va.


Viendo una salsera llena de mostaza,
se tomó un buen trago creyéndola miel,
y estuvo rabiando y echando babaza
con tamaña lengua y ojos de clavel.


Vio un montón de tierra que estorbaba el paso,
y unos preguntaban: ¿Qué haremos aquí?
¡Bobos! dijo el niño resolviendo el caso;
que abran un grande hoyo y la echen allí.


Lo enviaron por agua, y él fue volandito
llevando el cedazo para echarla en él:
Así que la traiga el buen Simoncito
seguirá su historia pintoresca y fiel.