Las mujeres y los hombres, independientemente de sus diferencias físicas, tienen derecho a acceder con justicia y equidad al uso y a los beneficios de los mismos bienes y servicios de la sociedad, de igual manera están en la capacidad de tomar decisiones de manera igualitaria en los diferentes contextos de la vida (política, económica, social, familiar y cultural).
La equidad de género consiste en estandarizar las
oportunidades existentes para repartirlas de manera justa entre ambos
sexos. Los hombres y las mujeres deben contar con las mismas oportunidades de
desarrollo. El Estado, por lo tanto, tiene que garantizar que los recursos
sean asignados de manera simétrica.
Una mujer no debe obtener menos que un hombre ante un mismo
trabajo. Cualquier persona debe ganar lo que propio de acuerdo a sus méritos y
no puede ser favorecida en perjuicio del prójimo. Un hombre y una mujer deben
recibir la misma remuneración ante un mismo trabajo que contemple idénticas
obligaciones y responsabilidades.